domingo, 26 de abril de 2009

cantares y canciones


Trigo segaba,
Trigo siega la niña,
Ay, trigo segaba;
Trigo segaba,
Y en cada manadita,
Ay, suspiros daba. (…)


Tradicional; de “Canciones de los Ancares”, Joaquín Díaz, 1996


http://www.youtube.com/watch?v=TlbQjPnQmck

http://grupocandeal.es/

http://www.lastfm.es/music/Joaqu%C3%ADn+D%C3%ADaz

http://www.myspace.com/lamusgana

http://www.youtube.com/watch?v=l_1-RvGK0No


¿Para qué sirven las canciones?

Las canciones, y ésta es una definición algo naïve, son una mezcla de música, que es el arte de combinar los sonidos y los silencios en el tiempo, y el lenguaje, articulación de un pensamiento. Así que son una especie de compendio de lo que podemos pensar racionalmente y de lo que podemos sentir emocionalmente, porque no hay nada que nos llegue más directamente al páncreas que la música. Se entiende entonces que las canciones son algo más que un pasatiempo, y reflejan aspectos esenciales de lo humano.


Ahora bien, ¿para qué sirven las canciones?

Antes las canciones, o mejor los cantares, en la llamada cultura tradicional, servirían presumiblemente para cosas diferentes que hoy en día. Hoy las usamos para matar el tiempo mientras vamos en el metro, para ponerlas de fondo en un ascensor, para pasar el rato en el coche, en una cafetería, o cualquier otro sitio. A veces acudimos a un concierto y entonces sí, vamos específicamente a escucharlas. Casi nunca nos las ponemos para nosotros solos, apagando la tele y sin interrupciones, disfrutando de la música y ya está.

Pero antes las canciones tenían otras funciones aparte de la puramente recreativa o de su contenido poético. En primer lugar, no habría tantas como ahora. Hoy podemos oír música en casi cualquier sitio al que vayamos; de hecho lo habitual es llevarla con uno mismo en forma de MP3 o similar. Esto es una especie de triunfo de la cultura, pero también implica una cierta devaluación de lo musical. Antes la gente, cuando quisiera oír música, habría de cantar o pedirle a alguien que lo hiciera, salvo en situaciones especiales como fiestas o ritos religiosos en que profesionales con instrumentos tocaran música. Esto sería así por lo menos hasta la llegada de la radio y aún después. Ahora bien: pruebe cualquiera a cantar una canción que le guste, y verá que escuchar y cantar son cosas bien distintas. Para cantar algo es necesario entender lo que se canta, o al menos saberse lo que se canta, y tener cierto sentido de lo musical. Una consecuencia de esto sería que entonces se valoraría también de forma distinta el esfuerzo que hay que desarrollar para hacer música.

Por otra parte, antes los cantares populares (lo que ahora se llama folk) hablaban de cortejos a las mozas y de requiebros a los mozos, de las tareas del campo, de sucedidos, historias antiguas, o de glosas a los ritos religiosos. Es de lógica pensar que si esto era así sería porque los cantares servían para cortejar mozas, para requebrar mozos, para acompañar a la siega, para entretener las veladas o para ayudar en misa. Es decir: que realmente eran útiles como parte de las actividades de la vida cotidiana. Esta cualidad de ser útiles y marcar los ritmos de las cosas de la vida, en el mundo moderno del MP3 y la aldea global, creo que irremediablemente se ha perdido.

Pero yo pienso que hay otra utilidad. Tanto las canciones como los cantares normalmente cuentan historias; estas historias pueden ser en muchos casos ejemplares, es decir, que sirven como ejemplo a los vivos de cosas que hicieron otros, para saber conducirse en la vida. Las historias ejemplares pueden ser aleccionadoras con moraleja, o al contrario, al modo de las novelas ejemplares de Cervantes, modelo de lo que no ha de hacerse, lo que permite incluir todo tipo de historias morbosas y truculentas, que también las hay en la cultura popular. Creo, y esta es en definitiva la tesis de esta larga perorata, que esto no se ha perdido aún; aunque la sociedad de la información haya vulgarizado hasta límites insospechados la música, y ya no usemos de cantares para segar, para entretener la sobremesa o ayudar a misa, sí que podemos pedirle a las canciones de hoy que por lo menos, sean ejemplares: que nos cuenten historias que nos sirvan para la vida.
26.4.09


No hay comentarios:

Publicar un comentario