miércoles, 23 de septiembre de 2009

Hymn to her


Tengo sólo veinticinco años, pero he dado muchos tumbos. Hace un tiempo estuve trabajando en una hamburguesería. Duré un par de meses porque el trabajo era duro, pagaban poco y los compañeros, que no duraban mucho, no me resultaban muy agradables. En realidad no me llevaba bien con casi ninguno.


Solamente tuve buenas relaciones con una chica italiana, Flavia. Era delgadita, con el pelo castaño y un poco ondulado, no muy largo; sonreía todo el rato, pero no con una sonrisa ingenua o infantil, sino más bien irónica. Solía llevar un colgante con una figurita de madera, una especie de Virgen María, aunque luego supe que representaba otra cosa. Creo que quería ser actriz. Le hacía mucha gracia un peruano que trabajaba en la cocina y tenía una voz muy profunda. El peruano, que se llamaba Carlos, solía gritar las comandas y se le oía por todo el restaurante. A veces, cuando entraba en la cocina Flavia le decía, entre hamburguesa y hamburguesa: “¡qué bien proyectas la voz, Carlos!; a ver, repite:
Le donne, i cavallier, l'arme, gli amori,

le cortesie, l'audaci imprese io canto...”
Carlos, quien dudo que hubiese leído nunca nada, se reía mucho, y Flavia se reía aún más imitando el tono de voz grave de Carlos. Flavia me apuntó estos versos en una servilleta, y por eso los tengo aquí delante.


Una noche un grupo de chavales empezó a alborotar en una mesa. Normalmente hay un guardia de seguridad por horas, pero en ese momento había salido. Flavia y yo estábamos atendiendo en el mostrador, pero como ya era tarde en ese momento no había nadie a quien atender. Los chavales se empezaron a meter con una chica que estaba sentada en la mesa de al lado -una de esas mesitas para dos personas. La chica era china y se limitó a bajar la cabeza y no decir nada. Los otros insistieron en sus bromas, cada vez de peor gusto. Yo llamé la atención a Flavia sobre la situación. Ella se quedó mirando y no dijo nada; me preguntó que dónde estaba el vigilante, y le dije que había salido y no volvería en unos quince minutos. “¿Qué hacemos?”, pregunté. Ella no dijo nada, se limitó a llevarse la mano al cuello y agarrar, con un gesto involuntario, el colgante que llevaba. Luego sonrió como solía hacer ella, y me dijo: “Ven; no tengas miedo, no va a pasar nada”.

Las dos salimos de detrás de la barra y nos acercamos a la mesa de los chavales. Eran cuatro. Flavia se plantó delante de ellos, y yo junto a ella; luego les dijo que ya era hora de cerrar, y que por favor se marcharan. Ellos la miraron sorprendidos, y luego uno -el más gallito del grupo- le replicó que qué se le había perdido a ella allí. Flavia entonces le miró fijamente, y dijo muy serena, con autoridad: “haced el favor de marcharos. Vamos a cerrar”. El caso es que no se lo dijo al cabecilla: se dirigió a todo el grupo. Y luego no se movió.

Debió de ser un milagro, porque los chavales se fueron hacia la puerta -echando alguna mirada por encima del hombro y haciendo algún comentario ofensivo, claro-; pero el caso es que se marcharon. Cuando salieron, le dije a Flavia: “¡eso sí que es proyectar la voz!”.

Flavia dejó el trabajo un poco después y desde entonces no la he vuelto a ver, pero cuando hace unos días, una noche de luna llena, he escuchado esta canción que me ha pasado un amigo -¡gracias, Diego!- y he visto luego de qué iba la letra, me he acordado de ella y creo que he entendido por qué llevaba ese colgante.

¡Un abrazo, Flavia!
Pandora.


Hymn to her
the pretenders

Let me inside you
Into your room
I've heard it's lined
With the things you don't show
Lay me beside you
Down on the floor
I've been your lover
From the womb to the tomb
I dress as your daughter
When the moon becomes round
You be my mother
When everything's gone

And she will always carry on
Something is lost
But something is found
They will keep on speaking her name
Somethings change
Some stay the same

Keep beckoning to me
From behind that closed door
The maid and the mother
And the crone that's grown old
I hear your voice
Coming out of that hole
I listen to you
And I want some more
I listen to you
And I want some more

And she will always carry on
Something is lost
But something is found
They will keep on speaking her name
Some things change
Some stay the same


Himno a Ella.

Déjame entrar en tu habitación,
he oído que está llena de las cosas que no muestras.
Recuéstame junto a ti en el suelo.
He sido tu amante desde el seno materno hasta la tumba.


Me visto como tu hermana en la luna llena;
Sé mi madre cuando todo se haya acabado.


Y ella continuará siempre,
Algo se pierde, pero algo se encuentra;
Continuarán pronunciando su nombre,
Algunas cosas cambian, otras siguen igual.


Sigue llamándome desde detrás de esa puerta cerrada,
La doncella, la madre y la hechicera que ha envejecido.
Oigo tu voz saliendo de ese hoyo,
Te escucho y quiero algo más,
Te escucho y quiero algo más.


Y ella continuará siempre,
Algo se pierde, pero algo se encuentra;
Continuarán pronunciando su nombre,
Algunas cosas cambian, otras siguen igual.


http://www.youtube.com/watch?v=P7gmszs4_-Y&feature=related

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